Cuando ser flogger es un trabajo

Hace tiempo que la imagen dejó de ser pasiva. Con la televisión no alcanza porque no hay vínculos inmediatos ni sociales. En Internet cada uno puede armar su propio espectáculo a piacere, tener muchos-públicos distintos y de ahí saltar a vivir de la «fama». Como en la tevé, pero más fácil. ¿Los requisitos? Tres en uno: convertirse en un miembro de Fotolog.com (Flog, su abreviación), subir fotos lookeado con la mejor onda, y batir récords de firmas (comentarios). Porque, según dicen los floggers, sus usuarios, «cuánto más te reconocen, más famosos sos». Cada firma en un Fotolog funciona como una devolución a la pregunta: ¿Quién soy? ¿Soy lindo o no?

Los Floggers, se convirtieron en la máxima expresión de esta tendencia: dependiendo de cuán populares sean, cobran entre 600 y 4000 pesos por pisar la pasarela durante 40 minutos, firmar autógrafos y tomarse fotografías con sus fanáticos, otros floggers desconocidos.

«No es que los chicos deseen trabajar de esto toda la vida. Ven más la fantasía de ser famosos, de viajar, de salir de la computadora», dice Mariana Albornof (27), coordinadora de Flogger Party, una de las dos empresas que maneja el trabajo de un flogger. La otra es Flogger Tour y está a cargo de Fernando Paulmann Minin, un chico flogger de 17 años: «También vamos a fiestas de 15. Armamos desfiles de seis o siete personas con la cumpleañera, un baile flogger con música electrónica y otro con brasileña, y le regalamos ropa. Ahí cada uno cobra $2.z000».

Eso no es lo único que hacen. Hay chicos que se ocupan de administrar las fotos y firmas de los Fotologs de los chicos más conocidos. Otros son modelos de marcas de ropa. Como Agustina «Cumbio» Vivero (17), la flogger más conocida, es modelo de una marca de ropa deportiva. Escribió un libro y repartió preservativos en el Abasto el domingo pasado. «No hacen nada heroico para ser famosos más que sacarse fotos, ser lindos e íconos entre sus pares. Son los representaes de la posmodernidad con ideales más vagos», asegura María José Hooft, autora del libro «Tribus Urbanas».

Según la página de Fotolog.com en Argentina hay 4.941.984 usuarios, pero no significa que todos sean floggers, dicen los chicos.

Para el médico psiquiatra de niños y adolescentes, José Sahovaler, el problema no son los floggers sino la sociedad: «Hoy ser famoso no es ser talentoso ni creativo, tampoco inteligente. Los chicos tienen una manera de pensar más visual y la sociedad tiene una lógica dominante: ganar dinero y enseñar a todos que la mejor forma es a través de la imagen».